martes, 21 de enero de 2014

NOCTILUCA

Cuando era chica no entendía como mi mamá podía descubrirme alguna macana al segundo estando aún a tres cuartos de distancia. Me asombraba cuando aparecía de sopetón, puedo sentir mis ojos abriéndose y los jugos gástricos entumeciéndose, esa sensación que te daba en la panza cuando te descubrían. Me preguntaba cual era el truco, tenía que haber truco.
Hoy me doy cuenta que no hay truco sino "don", don de madre, intuición la llamarán otros, que solo lo posee una mamá. Es importante saber que el don solo aplica a nuestros hijos, no a nietos, ni a nadie mas.
Tengo una nena de tres, se viste de princesa y deambula por la casa. Llego en el momento preciso y sin avisar. Nunca imaginé que podía llegar a desdoblarme de esa manera, la mitosis que se produjo de mi todo abrió sentidos,  corazón, alma. 
Casi sin darme cuenta un día me encontré comprando telas para el moisés, batitas diminutas, medias que parecían un títere para dedos. Armando el cuarto, pintando de rosa, reciclando muebles. Comprando ropa mas grande, mas cómoda, hasta volverme una carpa. Esperar, ansiar, desesperar. Asfixiarme, sentir su culo en mi esófago. Esperar. 
Hasta que una noche, sentí que llegaba, me lo tomé con calma, me bañe, escribí a mis amigos para anunciar que el momento había llegado. Lo que pasó de ahí en mas no esta ni cerca de ser el parto romántico que había estado esperando todo el embarazo.
Al llegar al sanatorio en el que me había atendido siempre (Güemes) me comunicaron que infelizmente neonatogía estaba colapsada con caca. Así tan escatológico como suena, parece que reventó un caño y se inundó todo. A todo esto, me había acompañado mi mamá en el auto, que fue quien me llevo y mi marinovio que aún no se porque mierdas quiso ir en moto al lado del auto. El desenlace no se hizo esperar, tenían que trasladarme a otra clínica, a la que me tocaba por la obra social, y justo era la que yo no quería bajo ningún punto de vista. Parturienta como estaba, no pude dar demasiada batalla, me subieron a una ambulancia y me llevaron a 30 km, a la clínica del Talar. Mi mamá iba en el auto, marinovio en su moto, yo sola en la ambulancia entre confusa y anestesiada por la naturaleza. Cuando llegamos me hicieron un monitoreo y primero me dijeron que debía irme a mi casa, al rato las pulsaciones de F. bajaron e inexorablemente debía nacer por cesárea. Todo fue muy rápido, a F. se la llevaron al instante de nacer, no me la mostraron, no me la pusieron en el pecho, todo eso con lo que yo había soñado. Es un momento que le voy a deber de por vida. 
Paradójicamente marinovio la conoció antes que yo, mientras estaba en la incubadora le hizo una filmación que yo no quise ver porque me negué a conocerla de esa manera. Espere una horas, fue él quien me la trajo. Esos segundos fueron la gloria, lo pienso y se me hace un nudo en la garganta, ese sentimiento no lo puedo describir, es inexplicable, inconmensurable, es amor concentrado. Solo puedo decir que fue en ese preciso momento en el que mi vida se me presentó en estado puro, en el que mi esencia me hablo y marcó el sentido del rumbo. Ahí supe que todo lo que a uno le pase vale la pena solo por una de las muecas de esa boca sin dientes.